miércoles, 31 de diciembre de 2008

Más de mil manifestantes en Málaga exigen que pare el genocidio del pueblo palestino de Gaza


El pasado lunes, 29 de diciembre, más de mil malagueños y malagueñas, así como numerosos convecinos árabes y palestinos, acudieron a la convocatoria de la Asociación Al-Quds Málaga que contaba con el apoyo de numerosas organizaciones sociales y políticas de la provincia, entre ellas las IULV-CA, las JCA y el PCA.
Los centenares de participantes se concentraron primeramente en la entrada de calle de Larios, esquina con la Acera de la Marina, encabezados por una pancarta que clamaba: “Paremos el genocidio en Gaza. Paremos la ocupación”, tras de la cual familias de palestinos y manifestantes enarbolaban sus manos “rojas”al aire mientras gritaban continuamente: “Israel asesino”. Estas simples y claras palabras se convirtieron en el lema de la manifestación, que no dejaron de escucharse en su recorrido por la calle Larios hasta llegar al la plaza del Carbón. Es el grito de dolor que clama justicia y señala con voz acusadora donde están los criminales de todo un pueblo.
Otras pancartas recorrieron las calles malagueñas mostrando la solidaridad con el pueblo sufriente que, resignado ante la pasividad internacional, ve como es bombardeado continuamente por la maquinaria de guerra israelí, jaleada por la Administración norteamericana. Obama calla. Entre estas una decía: “La guerra es un desastre. No violencia la única salida”, otra señalaba: “Paremos el genocidio del pueblo palestino” y una de la Asamblea de Torrox de IULV-CA expresaba: “Torrox con el pueblo palestino”.
Durante la manifestación pudieron observarse numerosas caras conocidas de las izquierdas malagueñas, entre ellas el librero y ecologista Francisco Puche o Manuel Picón del PCPA. Siendo destacable la presencia de asambleas de IULV-CA y agrupaciones comunistas de la capital y la provincia, como las de Casabermeja, Torrox, Antequera, Torremolinos, Fuengirola, etc. Asimismo, fue masiva la presencia de dirigentes y cargos públicos de IULV-CA , como el diputado andaluz y Coordinador Provincial, José Antonio Castro; el Coordinador Municipal de Málaga, Eduardo Zorrilla; el concejal, Pedro Moreno Brenes; el concejal de Torremolinos y director del Cedma, Félix Martín; los diputados provinciales Encarnación Páez y Miguel Estebán; la alcaldesa de Torrox, Antonia Claros y la concejala de la misma localidad Francisca Bellido, el compañero de Fuengirola, Miguel López; el Secretario de Organización del PCA, Efraín Campos; los secretarios politico y de organización del Comité Local del PCA, Adolfo Mira y Gloria Aguilar, etc.
La Asociación Al-Quds Málaga, repartió el comunicado “Todos vivimos en Gaza” donde denunciaba que “Si cualquier estado puede atacar a cualquier población por cualquier razón, entonces, ninguno de nosotros estará a salvo”. Por que “la gente de Gaza y Palestina tiene derecho democrático a elegir sus gobiernos, controlar sus vidas y vivir en paz. Si ellos no lo tienen, nosotros tampoco. Nos manifestamos y nos solidarizamos con el pueblo palestino y con Gaza especialmente, porque nos oponemos a la ocupación de las naciones y a las guerras”. Comunicado que fue leído, en la plaza del Carbón, al final de la manifestación por la compañera Cristina Ruiz Cortina y que convocó nuevamente a los asistentes a manifestarse el día 2 de enero en el mismo lugar, para seguir denunciando los más de 350 palestinos que han muerto y los cerca de 2000 que resultaron heridos, desde el sábado 27 de diciembre, cuando se iniciaron los criminales y masivos bombardeos de la aviación israelí contra la franja de Gaza en jornadas de dolor y sangre, que se hacen eternas, y que hacen presagiar que estamos en vísperas del “asalto final”contra todo un pueblo, el palestino.
Desde Comunistas de Málaga hacemos un llamamiento a todos y todas a acudir a la manifestación del día 2 de enero del 2009, a las 19:00 horas, en la entrada de la calle Larios, esquina con la Acera de la Marina.
¡Paremos el genocidio palestino! ¡No a la Guerra!

jueves, 18 de diciembre de 2008

En el 106 Aniversario del nacimiento de nuestro querido camarada Rafael Alberti


El pasado día 16 se cumplía el 106 Aniversario del natalicio de nuestro querido y recordado poeta. Un poeta comprometido hasta "mancharse" que diría Celaya y quizás por ello tan olvidado de los grandes eventos del "sistema" y manoseado por tanto "carca" que revolotea por nuestra querida España. Se ha querido mercantilizar la voz del "poeta en la calle", en cierta manera es una manera de secuestrar su voz. Pero el viejo camarada parece que no se deja, resvala por los resquicios de las puestas y esquinas y nuevamente aparece en la voz joven y vigorosa de quienes aman la poseía y sostienen el verso de cambiar el mundo. Como diría Rafael...el poeta jamás se engaña: si en España hay hogueras, son del pueblo de España, porque los que "mandan" siempre están a salvo. Cuando la crisis asola las tierras de nuestro planeta llenándolas de mendigos y hambrientos, cuando las fuerzas parecen que desaparecen inmoladas en el altar del todopoderoso "mercado", cuando las vidas de miles de trabajadores y trabajadoras de nuestra patria acaban destrozadas en la dentadura del más hambriento lobo que a España tocó en suerte, ayer el fascismo hoy, el paro y la precariedad, con un mismo causante: El Capital, los capitalistas y los malditos de quienes defienden sus políticas; siempre quedarán los versos de Rafael, enormes, gigantescos, sencillos que clamarán: ¡que se abrán ya todas las flores!

domingo, 14 de diciembre de 2008

El camarada Cayo Lara elegido Coordinador General de IU


El Consejo Político Federal de Izquierda Unida acaba de elegir a Cayo Lara como Coordinador Gederal. El resultado ha sido 92 votos para Cayo Lara, 29 votos para Joan Josep Nuet y 46 abstenciones.
Cayo Lara en la presentación de su candidatura a la Coordinación General de IU planteó que IU debe ser anticapitalista y republicana, y que así seguro que tiene futuro. Que trabajará para que nadie se sienta excluido. Que esta es la IU de todos y todas, y cada día debe ser de más gente, independientemente de quién fuera el Coordinador y que estaban en IU porque creemos en la honestidad, como el alcalde de Seseña. Y por que creen en la militancia de oro que posee IU. Y también por que creen en la Libertad, en la IU federal donde no se pidan privilegios para territorios ni personas. Creen en la no injerencia en las federaciones de IU, “creemos en la IU de la ética”.
Para Cayo Lara “el PCE no es un lastre para IU y no sois adversarios para mi, ni para el PCE ni para IU”, en relación a las posiciones contrarias a él y su candidatura manifestadas por otros sectores. Además señaló: “hemos tenido grandezas y miserias en nuestra historia, pero yo me quedo con las grandezas, de aquellos que cayeron luchando”. Y finalizó pidiendo la confianza porque “creemos en nuestra historia. Aquí estamos mucha gente del PCE y otra mucha que no... me presento porque creemos en IU”. “Nos hemos puesto de acuerdo en una dirección compartida y en una política” independientemente de quién fuera el coordinador. “Es un tiempo nuevo”.
En su primera intervención tras ser elegido como nuevo Coordinador, por el Consejo Político, Lara ha querido dejar claro que si la situación "continúa así, deberá haber una huelga general", pero "no como un fin en sí mismo, sino para decirles a los poderosos que por aquí no vamos más a ningún camino".Se trataría de una protesta pacífica y masiva, porque ha llegado el momento de converger y de salir a la calle, porque "ya es hora de pasearnos a cuerpo".
Cayo Lara ha asumido la refundación de IU, que llevará a cabo "trabajando, estando con la gente en las manifestaciones y haciendo girar a los sindicatos para que vayan entendiendo que hay que comenzar un camino nuevo".
Hoy, cuando se cumplen 20 años de la Huelga General que paralizó España en contra de las políticas neoliberales del entonces gobierno “felipista” del PSOE, el día en que IU ha elegido un nuevo Coordinador y una nueva dirección, el Consejo Político de IU ha querido iniciar esta nueva etapa política con la aprobación de una resolución ante lo que considera una "crisis profunda de la globalización capitalista”.
"No hay excesos del capitalismo; el capitalismo es el exceso", asegura la resolución aprobada, que propone un modelo económico en el que las políticas redistributivas pasen a primer plano y que esté basado en el pleno empleo de calidad.
Izquierda Unida apuesta por la celebración de un encuentro de fuerzas políticas, sindicales y sociales para analizar la crisis y sus consecuencias y diseñar una política económica alternativa. También manifiesta la necesidad de una amplia e intensa movilización popular, similar a la que ya han emprendido los trabajadores de Nissan y otras empresas afectadas por la crisis.
Cayo Lara ha explicado el acuerdo de dirección que ha sido integrador y sin vetos y cuya propuesta es:
Coordinador Federal: Cayo Lara
Coordinación Interna: Joan Josep Nuet
Coordinación Institucional: Rosa Aguilar
Coordinación elaboración y propuesta programática: Marga Ferré
Coordinación Internacional: Willy Meyer
Coordinación territorial y sostenibilidad: Pablo Prieto
17 secretarías:
secretaria comunicación externa y electoral: Ángel Pérez
secretaria refundación: Enrique Santiago
secretaria estudio modelos sociales: Inés Sabanés
secretaria área interna: Miguel Reneses
secretaria finanzas y administración: Antonio Cortes
secretaria interna: Amanda Meyer
secretaria coordinación institucional y política municipal: Eberhard Grosske
secretaria política autonómica: José Luis Centella
secretaria grupos parlamentarios: Ramón Luque
secretaria economía y trabajo: José Antonio Rubio
secretaria políticas sociales: Yolanda Díaz
secretaria política europea: Isabel López Aulestia
secretaria derechos humanos: Fran Pérez
secretaria cooperación y altermundismo: Diosdado Toledano
secretaria territorial y sostenibilidad medioambiente y transporte: Barrena
secretaria vivienda: José Manuel Sánchez Gordillo

viernes, 12 de diciembre de 2008

Los estudiantes universitarios de Málaga continúan encerrados contra los Planes de Bolonia


El pasado martes, 9 de diciembre, se cumplió la primera semana de encierro de los estudiantes universitarios contrarios a los “planes de Bolonia”, y a las reformas que están practicando desde el Gobierno, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación.

A lo largo de toda la semana, se han realizado asambleas diarias que se iniciaban sobre las 21.30 horas y se ha seguido trabajando en el estudio de los documentos oficiales, se han realizado talleres, etc. El número de alumnos que se han movilizado o han solicitado información ha ido en aumento durante los últimos días. Y la pernoctación ha rondando los 50-60 estudiantes por noche.

La mesa informativa de la Asamblea Universitaria de Málaga se ha mantenido activa las 24 horas del día, siendo muy notable el número de alumnos que se han ido acercando a esta para informarse sobre la reforma educativa en curso y sus graves consecuencias para la educación superior pública española. Algo a destacar, según los encerrados, es que la mayoría de los/as estudiantes apenas conocían en que consistían los cambios que supone esta adaptación gubernamental al EEES. En lo único que coinciden con las instituciones académicas: la información ha brillado por su ausencia.

Los estudiantes encerrados han agradecido el interés y los ánimos aportados por gran parte del profesorado. A su vez, la Asamblea se ha puesto en contacto con distintos profesores a fin de llevar a cabo actos comunes y coordinarse. Asimismo una Comisión del Consejo Municipal de IULV-CA se desplazó a visitarles para ofrecerles su colaboración y apoyo en la lucha que desarrollan, donde se integran jóvenes de la organización, entre ellos el Secretario Local de las JCA.
La Asamblea Universitaria de Málaga asistirá al encuentro estatal de asambleas movilizadas a raíz del Proceso de Bolonia, convocada para el próximo fin de semana del 12 al 14 de diciembre en Valencia.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

"MUNDO OBRERO" entrevista a Cayo Lara


"IU es, desde la Asamblea, una puerta abierta a la esperanza que no tenemos derecho a cerrar"

Gema Delgado / dic 08
La Asamblea votó por la izquierda de IU y la lista encabezada por Cayo Lara que agrupaba al Partido Comunista de España y sensibilidades de Izquierda Unida aglutinadas en el "Documento de los cien" fue la gran vencedora. No consiguió la mayoría absoluta frente a las otras cuatro candidaturas pero sí logró mayor concentración de voto que la que obtuvo José Luis Rodríguez Zapatero en las últimas elecciones generales y con ese porcentaje está gobernando España. Cayo Lara sacó 15 puntos por encima de la siguiente lista, la llamazarista, y aunque hubo consenso para aprobar la línea política de la coalición y unidad para desarrollar el proceso de refundación, a la hora de hablar de cargos cada uno barrió para casa.

Mundo Obrero: ¿Cómo explicaría a los militantes del PCE, que le respaldaron, lo que pasó la noche de la clausura para que la nueva dirección elegida por la Asamblea le imposibilitara salir elegido como Coordinador General de IU?
Cayo Lara: Entendíamos que una Asamblea que había aprobado la política, la Declaración de Rivas contra la crisis del capitalismo, la refundación de IU y el compromiso de tener una dirección colegiada y compartida por una gran mayoría, debería salir con un coordinador no de un 51 frente a un 49. Pedimos directamente el apoyo a los consejeros y consejeras de las dos candidaturas que nos seguían en votos y no lo aceptaron. No se trataba que una parte de la organización, por muchas razones que tuviéramos, venciera a la otra. El sentir de la inmensa mayoría de la militancia era forjar el entendimiento y la acción unitaria. Por todo ello interpretamos que era mejor que el Coordinador y la dirección se eligiera con todo el Consejo Político Federal una vez que se hubieran incorporado los 90 consejeros y consejeras restantes en las Federaciones. No hay más razones y comprendiendo a quienes querían que la votación se hubiera hecho en el Consejo de la Asamblea. Les pido que con su generosidad acepten de buen grado la decisión.

M.O.: La Asamblea ha votado casi unánimemente por una IU anticapitalista ¿Cómo se plasmará esa política económica en el día a día frente a la crisis de este modelo neoliberal y en defensa de los trabajadores?
C.L.: Aplicando a pie de obra los documentos aprobados en la Asamblea y toda la elaboración colectiva que se impulsará en este nuevo tiempo de IU. Necesitamos que los economistas de izquierdas, los que están en IU, cerca o incluso recelosos y críticos con las políticas seguidas, pongan su inteligencia y conocimientos para ir concretando en política de Estado las aspiraciones de la gente que sufre, de los trabajadores despedidos, de los que padecen la cadena perpetua de una leonina hipoteca, de los pobres más pobres, de las mujeres que sufren violencia y discriminación salarial. En fin de nuestra gente. Y la organización tiene que explicar el porqué de la crisis, movilizar, crear conciencia de clase y llevar la propuesta de la calle a las instituciones, dando siempre ejemplo personal de valores y principios éticos, de honestidad y de generosidad. Todo ello nos hará más útiles y creíbles.

M.O.: Ante la desmesurada privatización que está desmantelando la sanidad, la educación, etc, ¿cómo piensa recuperar los servicios públicos para que vuelvan a estar al servicio del ciudadano con un funcionamiento eficaz y sin ánimo de lucro?
C.L.: Lo tiene que recuperar el colectivo organizado de hombres y mujeres que creemos en la defensa de lo público, lo de todos y todas. Cuando se van privatizando servicios públicos es como si al corazón del pueblo le fueran arrancando pequeños trocitos que terminarán impidiéndole latir. Para combatirlo lo tiene que asumir la ciudadanía denunciando las privatizaciones con la movilización. Pero que a nadie se le olvide que eso sólo no vale, que si nos movilizamos y después votamos a los privatizadores, ya sean del PP o del PSOE, votamos a quienes demuestran, cuando menos, que son incapaces de gestionar lo público, o a quienes lo privatizan por razones inconfesables. Entonces de nada habría servido la movilización. Nuestros cargos institucionales, allí dónde gobernemos, tienen que ser siempre el primer referente de la defensa de lo público. Los trabajadores y trabajadoras de lo público también tienen mucho que decir y hacer en la defensa de lo público, y ayudarnos a desterrar esa vieja y falsa consigna de la derecha de que lo que funciona es lo privado y lo público es un desastre.

M.O.: ¿Y qué va a hacer IU por los sectores más precarios de jóvenes, mujeres e inmigrantes, que son a la vez los que van a pagar más duro las consecuencias de la crisis?
C.L.: Ser parte de ellos, porque IU son ellos. Somos nosotros mismos, nuestros hijos e hijas, nuestros compañeros de rostros distintos o de pieles distintas. IU no puede ser una superestructura elitista de esta sociedad. Impregnémonos colectivamente de sus inquietudes, necesidades, marginaciones y precariedades y trabajemos con ellos, asumiendo las dificultades. Propuestas hay muchas: construir vivienda en alquiler, dedicar recursos para la integración social, defender en los sindicatos la lucha contra la precariedad laboral y salarial, que el Estado revise la fiscalidad para que pague más quien más tiene y más gana para dotar recursos a la inversión en la economía productiva y la economía social. Pero eso no va a llegar por la concesión graciosa de quienes detentan el poder político y económico. Hay que conquistarlo con la movilización, la propuesta y el crecimiento de IU en todas las Instituciones.

M.O.: IU en su documento aboga por un modelo de estado federal y republicano ¿qué medidas habría que adoptar a corto y medio plazo para conseguirlo?
C.L.: No es cuestión de una medida ni a corto ni a largo plazo. Abogar por lo republicano es reencontrarnos con lo mejor de nuestra propia historia aunque fuera abortada por el levantamiento militar de los sediciosos y golpistas. Transformar la contracultura y la mentira con que nos impregnaron los golpistas y sustituirla colectivamente por la verdad, por toda la verdad, es tarea de tiempo. Pero para recuperar la república, como siempre dijo Julio, lo primero que tiene que haber son republicanos y republicanas. La República no es solo sustituir pacifica y democráticamente al monarca por un Jefe de Estado elegido por la ciudadanía, pero el día que esta sociedad lo hago posible, que llegaremos, la República con todos los valores que representa ya estará en construcción. La mejor medida es aportar nuestro grano de arena para que así sea con nuestro compromiso constante por la III y para siempre. El Estado Federal también está en construcción: Federal, Solidario y Republicano, con respeto mutuo a la identidad, la cultura y la historia de todos los Pueblos, sin reinos de taifas ni concepciones insolidarias ni injustas. Combatiendo al capital global, no desde ámbitos atomizados territoriales, porque eso es sencillamente imposible, sino desde los mismos niveles en que el capital se mueve y maneja la riqueza y las plusvalías que generan los trabajadores y trabajadoras y las capas populares de la sociedad. El Estado Federal Solidario no debe cometer injusticia redistributiva con los ciudadanos de territorio alguno y tiene que garantizar los servicios y derechos básicos esenciales para cada ciudadano o ciudadana sea cual sea el lugar de su nacimiento o permanencia.

M.O.: ¿Qué medidas concretas debería tomar IU para volver a recuperar la confianza de la ciudadanía que está por una izquierda revolucionaria?
C.L.: Yo creo en la revolución pacífica de los Pueblos, en la revolución de la mayoría frente a un sistema injusto, inhumano y depredador de conciencias y de bienes naturales. La confianza plena en IU se recuperará si acabamos con nuestras disputas internas estériles, si respetamos el principio de no injerencia en las Federaciones, si en lugar de ponernos zancadillas nos ayudamos a construir la mejor alternativa, si la diferencia política, que sin duda la tenemos, la resolvemos con la dialéctica y la democracia internas, sin machacarnos, y, sobre todo, si trabajamos en la alternativa concreta que ante cada problema social, económico o político nos demanda la ciudadanía. Esa es la mejor revolución que tenemos que hacer ahora y las condiciones están creadas en la Asamblea.

M.O.: Usted ha declarado en los medios de comunicación que cobra 1.500 euros al mes. ¿Cuánto cree que deben cobrar los cargos elegidos para que trabajen para hacer política y no para vivir de ella?
C.L.: De cada uno según sus posibilidades y a cada uno según sus necesidades. Yo no tengo más necesidades y en mi tierra y en mi pueblo vivo bien con ese salario, e incluso me siento un privilegiado con respecto a los mileuristas y a mucha gente que no llega a ellos. Por lo que respecta a algunos gobiernos autonómicos, como el de mi tierra, que no les ha temblado el pulso para subirse de forma escandalosa sus ya importantes salarios, y a algunos empresarios más ambiciosos. Se les debería caer la cara de vergüenza. En IU entendemos, y así está aprobado, que nadie que entre a trabajar para la organización debe cobrar menor salario que lo que cobre en su trabajo anterior. A mí me parece justo. En Castilla-La Mancha, el salario mínimo de la gente que trabaja en IU, es de 1.200 euros y el máximo, incluidos alcaldes y concejales, es de 2.500 euros al mes.

M.O.: Usted y el alcalde y los concejales de Seseña, entre otros, han librado una dura batalla contra la corrupción urbanística llevada a cabo por El Pocero, ¿Cómo cree que afecta la ética de los cargos políticos en los ciudadanos?
C.L.: De manera absoluta. La derecha, los representantes de los ricos en el poder, representaban en la transición la corrupción y la falta de ética en si mismas. Los casos de corrupción y falta de ética producidos y amparados por la supuesta izquierda, solo contribuyen al deterioro de los valores con los que la izquierda queremos gestionar las instituciones, la cosa pública, lo de todos y todas. Hay que ser implacables en la lucha contra la corrupción. Seseña, el grupo de IU y su Alcalde son un referente en el Estado al que muchos ojos siguen mirando con esperanza. Ese es el camino en el que quieren reflejarse muchos ciudadanos, y en ello estamos.

M.O.: Otra de sus luchas más tenaces es la de democratizar un sistema ideado para mantener el bipartidismo PSOE - PP y marginar en las instituciones a terceros como IU, la gran perjudicada del sistema, como sucede en su Comunidad, Castilla-La Mancha. ¿Cuáles son los pasos a seguir para cambiar la Ley Electoral?
C.L.: Solo tenemos el camino de divulgar la injusticia del sistema electoral, que ya ha reconocido recientemente el propio Herrero de Miñón y Calvo Sotelo: que la circunscripción provincial electoral, fijada en la Constitución del 78, la impusieron para evitar que el PCE pudiera convertir en diputados en el Congreso el peso que tenía en la calle en su lucha contra la dictadura y por las libertades. Además, así consolidaban el bipartidismo para no tocar el sistema. Por eso siempre al PCE, y a IU después, nos han costado más votos que al PSOE y al PP, obtener un diputado. Valga como ejemplo las últimas elecciones generales: el diputado de IU nos ha costado más de 700.000 votos (sin incluir el de ICV) cuando al PSOE o al PP cada escaño les cuesta unos 66.000 votos. Divulgar ésta aberración del sistema electoral y recabar apoyos sociales, sindicales, y si es posible políticos, para conseguir algo tan elemental como que cada voto tenga el mismo valor electoral a efectos de representación en las Instituciones del Estado. Los grandes beneficiaros de esta sinrazón son el PP y el PSOE que prefieren, hipócritamente, lejos de sus proclamas patrióticas o progresistas, resolver cuestiones de Estado con pactos puntuales con determinados nacionalismos, en vez de hacerlo con la influencia de una fuerza de izquierdas federal como IU.

M.O.: ¿Cómo serían las relaciones que debería mantener IU con otras fuerzas políticas que se reclaman de la izquierda como PSOE, ERC, BNG, por ejemplo?
C.L.: Siempre lo que decidamos en el máximo órgano de decisión de IU entre Asambleas que es el Consejo Federal y con respeto a las Federaciones en sus competencias plenas. Como somos una organización racional y en lo interno nos entendemos por lo concreto, en lo externo nos entenderemos en aquello que tengamos coincidencias programáticas y en la propuesta concreta en la línea de los documentos aprobados en la Asamblea y la concreción que vayamos haciendo de cada uno de ellos. En el Parlamento tenemos como guía nuestro programa electoral, que es con el que estamos comprometidos con la ciudadanía que nos dio su apoyo, más las decisiones en coherencia con lo anterior, que vayan adoptando los órganos de dirección de IU.

M.O.: ¿Y cómo deberán ser las relaciones con los sindicatos?
C.L.: De respeto a su independencia y soberanía. En lo que compartamos de sus políticas, convergeremos, en lo que discrepemos, que nos gustaría que fuera en lo menos posible, mantendremos nuestras opiniones y no pasa nada. En mi modesta opinión la durísima crisis del sistema capitalista está provocando reflexiones profundas en los sindicatos de clase. El rostro y el drama de los parados despedidos llega primero a los sindicatos y hay que dar respuestas a corto y largo plazo, sindicales y políticas. Es probable y deseable que muchas cosas cambien, para bien.

M.O.: ¿Qué ideas tiene para abrir IU a las organizaciones sociales y los ciudadanos que trabajan por el cambio del modelo con un giro a la izquierda revolucionaria?
C.L.: Reiterando mi concepto de revolución, la nueva dirección, independientemente de quién la coordine, tiene una tarea inmediata que es la conexión sincera y leal con los movimientos sociales y la ciudadanía que no comparte el sistema capitalista. Que participen con nosotros en la elaboración política y en la movilización, y nosotros con ellos, es lo mejor que podemos hacer en lo inmediato. Converger en la política y en la acción es el camino. La refundación también puede ayudar en esta tarea. El trabajo, el tiempo y los resultados dirán si acertamos.

M.O.: ¿Qué se juega Izquierda Unida el 14 de diciembre de cara a la potenciación de la organización y a la confianza del electorado y de la ciudadanía?
C.L.: La gente, nuestra gente y una parte simpatizante de IU o incluso desilusionada, está esperando que el 14 D salgamos con una dirección colegiada y compartida, que se dedique a hablar de política y a trabajar, afinar, ampliar y profundizar en propuesta general y en la concreta ante los problemas urgentes de una parte, cada vez mayor de la ciudadanía, a la que el sistema capitalista le ha quitado la falsa ilusión que a muchos le había creado. IU es desde la Asamblea una puerta abierta a la esperanza que no podemos ni tenemos el derecho de cerrar. Hay un tiempo nuevo y el 14 D, los 180 consejeros y consejeras de IU tenemos la obligación de impulsarlo. Nuestra gente, la que pone tascas para sacar 1000 euros y hacer política, los que después del trabajo dedican su tiempo de ocio con generosidad a la causa de todos, los que pegan carteles en las campañas electorales, los que se parten la cara dialécticamente en los bares defendiendo la honestidad de sus dirigentes, los que han vertido más lágrimas de tristeza que de alegría en nuestra historia política, los que a pesar de todo siguen soñando con otro mundo posible, se merecen que el 14 demos la talla y yo estoy seguro, que lejos de rivalidades, la vamos a dar.


mundo-obrero@pce.es

martes, 9 de diciembre de 2008

¿Es el decrecimiento una utopía realizable?

Francisco Fernández Buey
I

En los cursos que vengo impartiendo en la universidad sobre controversias ético-políticas en el mundo contemporáneo he tenido la oportunidad de comprobar que los dos temas que más entusiasmo polémico suscitan entre los estudiantes de humanidades y ciencias sociales, en estos últimos años, son el papel de los medios de comunicación en las democracias representativas y la idea de decrecimiento. Si lo primero es fácilmente explicable al tratarse de un tema que está en la calle, el entusiasmo por la controversia acerca del decrecimiento es en cierto modo una sorpresa, ya que el término decrecimiento es relativamente reciente y la literatura existente en nuestro país al respecto es todavía bastante limitada. Pero, por lo que he podido ver y escuchar, la idea de decrecimiento suscita tanta simpatía como escepticismo la posible aplicación práctica de la misma.
La simpatía observada proviene, sin ninguna duda, del aumento de la conciencia medioambiental entre los jóvenes, siempre por comparación con las generaciones inmediatamente anteriores. Y el escepticismo que provoca la puesta en práctica de la idea de decrecimiento viene, en cambio, de la desconfianza, también en aumento, que existe hoy en día respecto de los agentes políticos y sociales que tendrían que materializarla; en muchos casos este escepticismo se expresa a través de una sospecha más profunda, que se suele manifestar de la manera drástica, a saber: que, siendo una buena idea, esta del decrecimiento, choca con lo que algunos llaman naturaleza humana y otros condición humana históricamente configurada por la civilización europea moderna. De ahí brota una afirmación, que he escuchado muchas veces, según la cual el decrecimiento es una utopía en el sentido peyorativo de la palabra, una ilusión irrealizable.
Creo que el contraste existente entre aquel entusiasmo y este escepticismo merece una reflexión.
Aunque la palabra decrecimiento se ha empezado a popularizar hace relativamente poco tiempo, la idea no es del todo nueva. Se la puede considerar como una variante radical de la idea de crecimiento cero o de la propuesta de detención del crecimiento, surgidas ambas al calor de las discusiones sobre la crisis ecológica hace más de treinta años. La idea de frenar o detener lo que se venía llamando crecimiento en las sociedades industriales autodenominadas avanzadas estuvo directamente relacionada con la observación en curso de las nefastas consecuencias que el tipo de crecimiento económico cuantitativo estaba produciendo en el entorno medioambiental. Ya a finales de la década los sesenta algunos ecólogos y científicos sensibles empezaron a divulgar la observación de que las llamadas fuerzas productivas se estaban convirtiendo de hecho en fuerzas destructivas o biocidas, con lo que el modelo de crecimiento imperante en las principales potencias del mundo bipolar de entonces iba a acabar poniendo en peligro la base natural de mantenimiento de la vida misma sobre el planeta Tierra.
A partir de esta observación, y precisamente como forma de hacer frente a la crisis ecológica que se venía venir, brotó en los inicios de la década siguiente la idea de frenar o detener el crecimiento. Es significativo que esa idea pasara ya al título mismo de la versión francesa del primero de los informes al Club de Roma. Se puede expresar así: si hemos de reconocer que hay límites naturales al crecimiento económico que hemos conocido en los últimos siglos, lo razonable, para evitar el riesgo de crisis ecológica, es actuar en consecuencia y frenar, parar o detener ese tipo de crecimiento económico de la misma manera que habría que detener el crecimiento urbanístico desordenado que hace inhabitables nuestras ciudades y contribuye a destruir su medio ambiente natural.
Pero la mayoría de los gobiernos de entonces (y también la mayoría de los medios de comunicación) trataron de quitar hierro al asunto de la crisis ecológica y consideraron "catastrofistas" o "apocalípticas" las, por otra parte, moderadas conclusiones del análisis de los científicos informados y de las primeras organizaciones ecologistas. Gobiernos y medios incluso ironizaron frecuentemente a su costa. Al tratar de las propuestas encaminadas a detener el crecimiento, y no digamos al ocuparse de la noción de crecimiento cero, aquellos gobiernos y los medios de comunicación vinculados a ellos pasaron de la ironía al insulto.
Las hemerotecas de todos los países están plagadas de manifestaciones de dirigentes políticos, parlamentarios y periodistas en este sentido. La consecuencia fue que por entonces apenas se hizo nada para detener el tipo de crecimiento biocida. Y sin embargo, por una de esas paradojas que son habituales en la historia, mientras se estaba ridiculizando a los partidarios de detener aquel tipo de crecimiento desordenado y biocida, los principales indicadores del crecimiento de las economías dominantes en las grandes potencias empezaron a descender, rozando el cero, como consecuencia de la crisis del petróleo. En vez de reflexionar sobre el sentido de la paradoja, los gobiernos desarrollistas y las grandes instituciones internacionales, inspirados en la teoría económica standard y con una orientación predominantemente neo-liberal (aunque no sólo) prefirieron salirse por la tangente. Ya entonces se argumentó en los medios oficiales que la idea de detener el crecimiento era una utopía y se reafirmó con ello la confianza en las mismas tecnologías que estaban en la base del peligro.
Hubo que esperar otra década más para que las instituciones internacionales acabaran reconociendo la gravedad del peligro, aceptaran la crítica a la noción de crecimiento establecida por la teoría económica imperante y empezaran a hablar de desarrollo sostenible. Como se sabe, esta otra idea aparece por primera vez en el documento titulado Nuestro futuro común, que fue elaborado en 1987 por la entonces Primera Ministra de Noruega, Gro Harlem Brundtland. En este documento se definía como sostenible “aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. La definición recogía lo que desde algunos años antes se venía diciendo ya en la Comisión Mundial de la ONU sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo y con ella se aceptaba, indirectamente al menos, parte de las razones aducidas desde veinte años antes por científicos informados y economistas críticos.
De acuerdo con esta filosofía, la sociedad habría de ser capaz de satisfacer sus necesidades en el presente respetando el entorno natural y sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas. A partir de ahí se fueron asentando los principios básicos de lo que empezó a denominarse desarrollo sostenible, poniendo el acento, al menos en un principio, en la vertiente ambiental del mismo. En líneas generales estos principios básicos, que concretan la ambigüedad de la definición dada en Nuestro futuro común, y en el resumen que hizo en su momento Jorge Riechmann, son: a) consumir recursos no-renovables por debajo de su tasa de substitución; b) consumir recursos renovables por debajo de su tasa de renovación; c) verter residuos siempre en cantidades y composición asimilables por parte de los sistemas naturales; d) mantener la biodiversidad; y e) garantizar la equidad redistributiva de las plusvalías.
Lo que más llama la atención al analizar el proceso histórico que ha conducido desde la crítica al tipo de crecimiento standard al reconocimiento oficial de la idea de desarrollo sostenible es el lapso de tiempo que se ha necesitado, sobre todo si lo comparamos con la brevedad del lapso de tiempo que ha sido necesario para pasar, por ejemplo, de algunos de los descubrimientos básicos en biología molecular a sus aplicaciones tecnológicas. Ya es sintomático que se tardara mucho menos en deshacer lo que se aprobó en la célebre reunión de Asilomar (liquidando una línea de prudente moratoria en el ámbito de la ingeniería genética) que en aceptar oficialmente las consecuencias de la idea de sostenibilidad. Sintomático porque revela el dominio del optimismo tecno-científico frente a los razonables llamamientos a la prudencia y a la aplicación del principio de precaución.
Pero la cosa es aún peor cuando se observa que, de hecho, la idea misma de desarrollo sostenible ni siquiera es respetada, al cabo de los años, por los principales gobiernos, y que el camino hacia la aplicación de los acuerdos de Kyoto ha estado plagado de obstáculos y zancadillas por parte de los mismos gobiernos que decían defender la idea de desarrollo sostenible.
Es en este contexto en el que ha cobrado fuerza la idea de decrecimiento, que, insisto, con esa perspectiva histórica, se puede interpretar como una radicalización de la noción de crecimiento cero, propuesta en su momento para hacer frente a las primeras manifestaciones de la crisis ecológica. Y se comprende que así haya sido porque treinta años después de las primeras denuncias de la crisis ecológica la situación medioambiental del planeta es manifiestamente peor que la que existía cuando de lo que se hablaba era sobre todo de contaminación de la atmósfera, mares, ríos, lagos y ciudades. La sucesión de catástrofes medioambientales que se han producido desde entonces y el análisis de los efectos previsibles del cambio climático y del calentamiento global han llevado a que, hoy en día, algunas personalidades próximas a las instituciones estén proponiendo medidas de contención parecidas a las que proponían hace muchos años los primeros denunciantes de la crisis. Sólo que, mientras tanto, las personas mejor informadas no han dejado de insistir en que el peligro de crisis ecológica global aumentaba por lo que ya no caben parches calientes.

II

Esto último, o sea, la convicción de que ya no caben parches calientes, es lo que está en el transfondo del paso de la idea de crecimiento cero a la idea de decrecimiento para hacer frente a la crisis medio-ambiental. Para decirlo plásticamente: ya no basta con echar el freno al móvil; hay que poner la marcha atrás para evitar el abismo. Eso es lo que se deduce al menos del desarrollo reciente de la idea de decrecimiento impulsada por autores como Serge Latouche, Vincent Cheynet, François Schneider, Paul Ariés o Mauro Bonaiuti, la mayoría de los cuales suele citar, entre sus fuentes de inspiración, la bioeconomía de Georgescu-Roegen1, quien, entre otras cosas, distinguió hace ya tiempo entre “alta entropía” (o energía no disponible para la humanidad) y “baja entropía” (o energía disponible).
Es cierto que algunos de estos teóricos, como por ejemplo Clémentin y Cheynet, parecen asumir como objetivo del decrecimiento que llaman sostenible una definición de sostenibilidad muy parecida a la que se daba en el Informe Brundtland, de manera que podría pensarse que, al menos en teoría, no hay demasiada diferencia entre las nociones de desarrollo sostenible y decrecimiento. Pero concluir eso sería tergiversar el pensamiento de los autores mencionados, los cuales insisten en que, en la práctica de los gobiernos, las nociones de crecimiento y desarrollo son intercambiables. Para precisar más al respecto estos autores distinguen entre decrecimiento “sostenible” e “insostenible” o caótico. Y aducen que un ejemplo de decrecimiento caótico o insostenible es el que ha tenido lugar en Rusia desde 1990, como consecuencia de la desindustrialización no buscada o deseada. A partir de ese ejemplo, y de su critica, se puede equiparar el decrecimiento “sostenible” a economía sana, entendiendo por tal un tipo de decrecimiento que, en sus palabras, no habría de generar “una crisis social que pusiera en cuestión la democracia y el humanismo". Habrá que volver sobre esto.
Otros teóricos del decrecimiento todavía han matizado más a la hora de distinguir entre “desarrollo sostenible” y “decrecimiento”; y también matizan a la hora de aducir razones a favor de este último. Así, por ejemplo, Serge Latouche, después de llamar la atención acerca de la multiplicidad de acepciones en que ha venido empleándose la expresión “desarrollo sostenible” desde que apareció en el Informe Brundtland, declara a continuación que el desarrollo sostenible es como el infierno, que está empedrado de buenas intenciones. Para Latouche, “desarrollo” se ha convertido “una palabra tóxica” o, como dirían los teóricos de la Escuela de Frankfurt, "deshonrada", porque cuando se engancha el adjetivo sostenible al concepto de desarrollo lo que en realidad se está haciendo es no poner en cuestión el tipo de desarrollo actualmente existente sino simplemente añadir un componente ecológico espureo. Según él, es más que dudoso que eso baste para resolver los problemas a los que hay que hacer frente en la actualidad.
Desde este punto de vista, la reivindicación de la bioeconomía de Georgescu-Roegen vendría a oponerse, precisamente por el carácter radical de la misma, al ecologismo meramente reformista que sigue defendiendo el concepto de “desarrollo”. Se sugiere así que en el mundo actual hay ya ecologismos de distintos tipos y que el decrecimiento es necesario para un ecologismo consecuente, pues no podemos seguir produciendo refrigeradores, coches o aviones a reacción mejores y más grandes sin producir al mismo tiempo también residuos "mejores" y más grandes. Lo que significa, como afirmaba Georgescu-Roegen, que el proceso económico es de naturaleza entrópica.
Y siendo eso así, ¿qué tipo de economía oponer a las economías aún dominantes? Lo que los teóricos del decrecimiento llaman economía sana o decrecimiento sostenible se basaría en el uso de energías renovables (solar, eólica y, en menor grado, biomasa o vegetal e hidráulica) y en una reducción drástica del actual consumo energético, de manera que la energía fósil que actualmente se utiliza quedaría reducida a usos de supervivencia o a usos médicos. Esto implicaría, entre otras cosas, la práctica desaparición del transporte aéreo y de los vehículos con motor de explosión, que serían sustituidos por la marina a vela, la bicicleta, el tren y la tracción animal; el fin de las grandes superficies comerciales, que serían sustituidas por comercios de proximidad y por los mercados; el fin de los productos manufacturados baratos de importación, que serían sustituidos por objetos producidos localmente; el fin de los embalajes actuales, sustituidos por contenedores reutilizables; el fin de la agricultura intensiva, sustituida por la agricultura tradicional de los campesinos; y el paso a una alimentación mayormente vegetariana, que sustituiría a la alimentación cárnica.
En términos generales todo esto representaría, en suma, un cambio radical de modelo económico, o sea, el paso a una economía que, en palabras de los teóricos del decrecimiento, seguiría siendo de mercado, pero controlada tanto por la política como por el consumidor. La economía de mercado controlada o regulada tendría que evitar todo fenómeno de concentración, lo que, a su vez, supondría el fin del sistema de franquicias; potenciaría el fomento de un tipo de artesano y de comerciante que es propietario de su propio instrumento de trabajo y que decide sobre su propia actividad. Se trataría, pues, de una economía de pequeñas entidades y dimensiones, que, además -- y esto es otro punto fuerte de la actual teoría del decrecimiento-- no tendría que generar publicidad. Esto pasa por ser una conditio sine qua non para el descrecimiento sostenible. La producción de equipos que necesita de inversión sería financiada por capitales mixtos, privados y públicos, también controlados desde el ámbito político. Y el modelo alternativo introduciría, además, la prohibición de privatizar los servicios públicos esenciales (acceso al agua, a la energía disponible, a la educación, a la cultura, a los transportes públicos, a la salud y a la seguridad de las personas).
La economía del decrecimiento estaría orientada hacia un comercio justo real para evitar así la servidumbre, las nuevas formas de esclavitud que se dan en el mundo actual y el neocolonialismo. En la mayoría de las aproximaciones recientes a la idea de decrecimiento se postula que éste tendría que organizarse no sólo para preservar el medio ambiente sino también para restaurar aquel mínimo de justicia social sin el cual el planeta está condenado a la explosión, porque supervivencia social y supervivencia biológica están siempre interrelacionadas.

III

He dicho ya en el punto anterior que algunos de los teóricos del decrecimiento se curan en salud descartando un decrecimiento caótico o no deseado como el que produjo en Rusia después de 1990 y que al mismo tiempo postulan un tipo de decrecimiento que no tendría que generar “una crisis social que pusiera en cuestión la democracia y el humanismo". Con ello entramos en el debate sobre las utopías realizables.
Lo primero que habría que decir al respecto es que, en sus formulaciones más inteligentes y elaboradas, la idea de decrecimiento no se presenta como un mero concepto sin conexión con la praxis socio-política, pero tampoco como un programa definido para la construcción de alternativas a las sociedades de crecimiento, como un programa político cerrado, como una receta o como una panacea.. Ni siquiera se presenta como un ideal en sí o como el objetivo único para las sociedades que han de salir de la ideología del crecimiento. El decrecimiento aparece más bien, en esas formulaciones, como un horizonte, como el horizonte aglutinador frente a la imposibilidad material del crecimiento que conocemos y frente a la insostenibilidad de nuestro modelo actual de desarrollo. Lo que dice Mauro Bonaiuti, por ejemplo, es que la idea de decrecimiento puede llegar a convertirse en algo así como un horizonte interpretativo largamente compartido en el ámbito de las alternativas (en plural) al capitalismo global.
Este planteamiento permite concretar un poco más. De la misma manera que la defensa del crecimiento no implica que todo tenga que crecer, así también la admisión de la idea de decrecimiento tampoco implica que todo tenga que decrecer. Lo que se propone que disminuya, en el momento y en la situación actuales, es el consumo de materia y energía, o sea, principalmente lo que se llama producto interior bruto. La idea de decrecimiento apunta, pues, a la producción y reproducción de valor y felicidad en las sociedades humanas reduciendo en ellas de una manera progresiva la utilización de materia y energía. Se descarta que eso sea un objetivo alcanzable por la vía exclusiva de la tecnología, se dan pistas para hacer frente al reto en el ámbito de las tecnologías alternativas y se reafirma la conciencia de las contradicciones que hemos de superar. En última instancia, todo eso implica, obviamente, un cambio radical en la forma de producir, de consumir y de vivir, una nueva forma de organizarnos social y económicamente.
Por ahí enlaza la idea de decrecimiento con las utopías sociales anteriores en la historia de la humanidad, particularmente con aquellas que tomaron sus distancias respecto del crecimiento indefinido de las fuerzas productivas, como sugiere la propuesta de Serge Latouche cuando éste resume expectativas de muchos y vías que ya se están prospectando colectivamente: primar la cooperación y al altruismo sobre la competencia y el egoísmo; revisar nuestra manera de conceptualizar la pobreza y la escasez; adaptar las estructuras económicas a la medida del ser humano, en lugar de hacer entrar con calzador al ser humano en estructuras económicas impuestas; redistribuir el acceso a los recursos naturales y a la riqueza; limitar el consumo a la capacidad de carga de bioesfera; potenciar los bienes duraderos; conservar, reparar y reutilizar los bienes para evitar el consumismo; potenciar la producción a escala local y en un sentido sostenible; primar los cultivos agro-ecológicos, etc.
Los teóricos del decrecimiento no sólo vinculan la bioeconomía inspirada por Geoergescu-Roegen a la crítica de la teoría económica standard sino también al ecologismo social o socio-político. Y en ese sentido no ignoran las dificultades que actualmente existen para la aplicación de las medidas que proponen en el mundo de los ricos, puesto que éstas representarían un giro hacia la frugalidad, la sobriedad, la austeridad y la contención de los consumos. Pero en lugar de poner el acento en aseveraciones abstractas y reiterativas acerca de la naturaleza o la condición humana o de quedarse en la idea de que el ser humano sólo ha aprendido históricamente por choque directo con la realidad, se fijan mayormente en las resistencias reales que opondrán al decrecimiento los sectores actualmente más favorecidos.
De ahí que estén aduciendo a favor de la propuesta por una parte datos y por otra una nueva filosofía. Datos del tipo siguiente, a saber: que ahora mismo el 80% de los humanos vive sin automóvil, sin refrigerador y sin teléfono; que el 94% de los humanos no ha viajado nunca en avión; que la tercera parte de la población norteamericana y una parte creciente de la población de la Unión Europea es obesa y que una dieta mejor y más austera sería mejor solución para resolver ese problema que aumentar el gasto dedicado a investigar sobre el gen de la obesidad, como actualmente se hace. La filosofía alternativa o la sabiduría de la vida que se postula viene a decir que el bien y la felicidad se pueden obtener con un coste económico-ecológico menor y con la contención de las necesidades
Algunos autores partidarios del decrecimiento, como el ya citado Mauro Bonaiuti, economista de la Universidad de Módena, admiten que la denominada economía ligera o el capitalismo on line de hoy, basado en las tecnologías informáticas, a diferencia del industrialismo fondista, está en condiciones de producir renta con menos recursos naturales. A pesar de lo cual, no creen que estas nuevas tecnologías (u otras por venir) sean sustitutivas o vayan a resolver el problema. Bonaiuti matiza, eso sí, la relevancia de la aplicación de las leyes de la termodinámica, y en particular de la ley de entropía, a la economía, al proceso económico. Lo ha hecho en estos términos: “Defender el decrecimiento –en términos de cantidades físicas producidas—corre el peligro de ser interpretado como una eutanasia del sistema productivo, lo que privaría de un consenso necesario a la vía de la economía sostenible”.
Ya con esto se suscita una interesante controversia sobre dónde poner los acentos a la hora de elaborar una política económico-ecológica alternativa: si únicamente en una fuerte reducción del consumo o más bien en una revisión profunda de las preferencias. Frente a otros partidarios del decrecimiento Bonaiuti argumenta que con la actual distribución de las preferencias la reducción drástica del consumo provocaría malestar social, desocupación y, en última instancia, el fracaso de la política económico-ecológica alternativa. Propugna, en consecuencia, desplazar los acentos hacia lo que llama “bienes relacionales” (atenciones, cuidados, conocimientos, participación, nuevos espacio de libertad y de espiritualidad, etc.) y hacia una economía solidaria. Se entiende, pues, que el decrecimiento material tendría que ser un crecimiento relacional, convivencial y espiritual. Lo que en cierto modo daría respuesta a la preocupación acerca del futuro de la democracia y el humanismo en el horizonte del descrecimiento.
Todo esto trae a la memoria aquello que Bloch llamaba utopía concreta para diferenciarla de la utopía abstracta: la utopía realizable como horizonte. El horizonte sería, en este caso, la sostenibilidad ambiental y la justicia social, lo cual no precisa de una respuesta técnica sino más bien política y filosófica: cambios profundos en el tejido cultural de nuestras sociedades. Conviene subrayar aquí la presentación que se está haciendo de la noción de decrecimiento como una necesidad, y no como mero ideal, sobre todo porque, en principio, la palabra misma puede funcionar como un mero negativo del crecimiento. Pues si ha ocurrido en el pasado reciente que el crecimiento cero (o casi cero) y el decrecimiento caótico se produjeron históricamente sobre la base de políticas económicas neo-liberales, sin control estatal o por desorganización completa del estado, habría que llegar a la conclusión de que la peor de las utopías, la más negativa, es precisamente la política económica que se ha estado presentando a sí misma como la más "realista".
De donde se sigue, una vez más, que la utopía posible, el buen lugar potencialmente realizable, el horizonte al que acercarse, se alcanzará, también esta vez, a partir de la crítica de la crítica y cuando ésta se haya consolidado. O dicho con otras palabras: si hay una utopía concreta que se puede prospectar y esa utopía es el descrecimiento, entonces cualquier aproximación a ella (y nos va mucho en el asunto) pasa por conocer los caminos que conducen al infierno (el crecimiento tóxico, que se dice) para evitarlos.

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* Publicado en el nº 100 de la revista Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, Madrid, 2008.

Francisco Fernandez Buey